Poetas, artistas, dramaturgos, escritores,
periodistas, hombres de Estado... todos tienen escrito algo al
respecto. Todos vinieron a París
y cayeron enamorados.
Es difícil no enamorarse de París. Es
un lugar mágico, y pude ver
por qué tantas personas se reúnen aquí.
París rebosa cultura,
sofisticación y estilo. Y, al igual que millones de personas antes de
mí, yo también me
enamoré de la ciudad.
He estado dos veces en
Paris, una para estudiar y otra por amor. El mejor recuerdo de la ciudad lo tengo
de la segunda visita porque fue cuando la pude visitar con calma y con la mejor
compañía: mi futuro marido.
Era ya de noche cuando llegamos, y yo sólo había estado en París una vez antes, como para decir que me la conocía y sabría llegar a nuestro hotel en el bello barrio de Montmartre, pero si, me ubiqué bien y tardamos bien poco en llegar desde el aeropuerto hasta el hotel.
Teníamos por delante 3 días para ver la ciudad con calma, ver los grandes monumentos, caminar, disfrutar de la mutua compañía y de las sorpresas. Pero 3
días no hacen
justicia a esta ciudad.
Una
de las
primeras cosas que me llamaron la atención sobre París cuando la visité por segunda vez y pude contemplar todo mejor era lo amplia que es. París
está llena de calles anchas, un montón de pequeñas plazas y grandes parques. En las ciudades europeas,
especialmente las tan antiguas como París,
rara vez encontrarás tal apertura. Por
lo general sólo en las zonas de
nueva construcción. Los viejos edificios fueron construidos generalmente
muy juntos, y cualquier viaje a Londres,
Barcelona, Roma o Praga ha veces te preguntarás cómo la
gente se movía. Pero París
es diferente. El espacio hace que tengas la sensación de menos estrés y de un ambiente más relajado. Se puede caminar, te puedes mover y puedes esquivar ese coche con tranquilidad.
Con el escaso tiempo aquí, decidimos visitar los sitios más emblemáticos. Caminamos hasta
el Louvre y me maravillé de su tamaño, preguntándome si Dan Brown lo usaría de nuevo en
sus libros. En mi primer viaje si que entré en el Louvre y me pasé casi un día caminando por sus galerías ( tenia tiempo ) pero en este viaje no entramos,
merece más tiempo de lo que podía dar en este viaje. Fuimos al Arco del Triunfo y a dar un
agradable paseo por los Campos Elíseos. Los Campos Elíseos
siempre están llenos de gente, turistas y tiendas caras, sin embargo, es ideal pasearse.
Los mejores momentos del
viaje vinieron en mi segundo día.
Pasamos horas paseando por las calles de París, enamorándonos de ella más
y más. La ciudad es preciosa. Estúpidamente
hermoso. Nada más se puede decir, y voy a dejar que cada foto hable por si sola.
Me gustó el Barrio Latino. Esta zona histórica está
llena de pequeñas y sinuosas
calles que se convierten en
ángulos extraños para abrir
en pequeñas plazas repletas de cafés.
A pesar de estar tan cerca de Notre Dame, había pocos turistas deambulando, llovía.
Otro gran lugar fue el Jardín de Luxemburgo. Este enorme jardín detrás del Palacio de Luxemburgo. Sendas arboladas en zigzag
que conecta los parques para hacer un picnic o una siesta. El parque está lleno de gente que se relaja
y se queda aquí para hacer un picnic. Una cosa que me sorprendió sobre los
jardines era la gran cantidad de sillas.
De hecho, la mayoría de los parques de París tenían
sillas. Las sillas que no están atadas por abajo,
porque nadie se las llevará. Simplemente están ahí.
¿Y
cómo podría olvidar los dos mayores monumentos: la Torre Eiffel
y Notre Dame.
La Torre Eiffel no era tan impresionante la primera vez que lo
vi. Estaba lloviendo, y la torre parecía
mezclarse en las nubes gris por encima. Sí,
era fresco, pero no era impresionante. Entonces la vi por segunda vez. En un día
azul claro, la torre sobresalía en
el cielo, llegando por encima de los
edificios circundantes. Caminando hacia ella, viendo como se elevaba sobre el Sena a cada paso me enamoraba más, era impresionante. Sin
embargo, des de arriba, ¡qué vista! La Torre Eiffel es fascinante.
Es el símbolo de la
ciudad del amor y si, es la ciudad de nuestro amor.
Notre Dame estaba más limpia de lo que pensé que sería. Yo esperaba una estructura sombría dado que la arquitectura gótica suele dar una
sensación aún más oscura y mística.
Lamentablemente, parece que el edificio
ha sido reconstruido varias veces en los últimos
años. Creo que queda lejos de la historia y la premonición
de sus orígenes. C'est la vie, ¿verdad? El interior pero, el frente me recordó a
los duomos en Italia. La verdadera belleza de Notre Dame es su parte
trasera ovalada
Esta parte es impresionante, y el arte gótico aquí es
donde mejor se conserva.
La desventaja de Notre Dame es el mar de
turistas que se agolpan en este
lugar cada día. Pero fue agradable.
El último día, nos lo dedicamos a pasear por las Galerías Lafayette, rebosa lujo en todos los sentidos. Y pasear tranquilamente por el barrio donde teníamos el hotel, Montmartre. Me enamore de todas sus calles, sus subidas, sus casas y sus artistas! Porque es eso, el barrio de los artistas.
Y llegó la última noche, de sorpresa, él se encapricho de ver la Torre Eiffel de noche. Y porque no, las luces siempre hacen ver los monumentos de forma diferente. Y si, la ví de forma diferente. Allí, fue donde se forjó una promesa de que un día él se me prometería.
París es increíble. Me encantó todo y volvería otra vez tan pronto como me sea posible. Es todo lo que pensé que sería y más.
With love,
Lovelydaysby
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